Del capítulo: “La
ecología nacionalsocialista: las legislaciones de noviembre de 1933, julio de
1934 y junio de 1935″ del libro Nuevo orden ecológico de Luc Ferry.
El Nuevo Orden Ecológico, escrito por Luc Ferry recoge un capítulo dedicado en exclusiva a la “ecología nacionalsocialista”.
En el dice:
“No se debe a ninguna casualidad, en este sentido, el que sigamos debiendo, aun hoy en día, al régimen nazi y a la voluntad personal de Hitler las dos legislaciones más elaboradas que la humanidad jamás haya conocido en materia de protección de la naturaleza y de los animales.” - Luc Ferry.
Este escrito, y en ese apartado, recoge varias de
las leyes proclamadas en noviembre de 1933 primer año de gobierno luego Julio
de 1934 y la tercera ley Junio de 1935 sucesivamente.
-La
primera fue el 24 de noviembre de 1933,
Sobre la protección de los animales recibió el nombre de
(Tierschutzgesetx).
-La
segunda ley el 3 de julio de 1934 se amplía con la ley limitadora de la caza
(Das
Reichsjadgesetz).
-La
tercera el 1 de julio de 1935, la Ley de Protección de la Naturaleza es añadida
a estas medidas ecologistas
(Reichsnaturschutzgesetz).
Luc Ferry, contrario al Nacionalsocialismo no tiene
más remedio que afirmar:
“Un hecho sorprendente: aun siendo estas
tres leyes las primeras del mundo que tratan de compaginar un proyecto
ecológico de envergadura con el afán de una intervención política real, no se
encuentra el menor rastro de ellas en la literatura actual dedicada al entorno
(salvo contadas alusiones esgrimidas por los adversarios de Los Verdes,
bastante vagas por basarse en referencias de segunda mano). Se trata sin
embargo de una serie de textos muy elaborados, absolutamente significativos de
una interpretación neoconservadora de lo que más adelante se llamará ecología
profunda”.
A CONTINUACION LAS LEYES:
LEY
DE PROTECCIÓN DE LA NATURALEZA (REICHSNATURSCHUTZGESETZ).
Aplicada el 1 de julio de 1935
Promulgada en el año 35 se proponía la institución de “Monumentos Naturales”, es decir, “creaciones originales de la naturaleza cuya presentación resulta de un interés público motivado por su importancia y su significación científica, histórica, patriótica…”, además se demarcan las “zonas naturales protegidas”, verdaderos Parques Nacionales.
“Nuestra
campiña nacional (heimatliche Landschaft) ha sido profundamente modificada en
relación con las épocas originales, su flora ha sido alterada de múltiples
maneras por la industria agrícola y forestal así como por la concentración
parcelaria unilateral y el monocultivo de las coníferas. Al mismo tiempo que su
hábitat natural iba reduciéndose, la fauna diversificada que vivificaba los
bosques y los campos ha ido menguando”.
“Hoy
como antaño, la naturaleza, en los bosques y en los campos, es objeto del
fervor nostálgico (Sehnsucht), de la alegría y asimismo el medio de
regeneración del pueblo alemán”
“Nuestra campiña nacional (heimatliche Landschaft) ha sido profundamente modificada en relación con las épocas originales, su flora ha sido alterada de múltiples maneras por la industria agrícola y forestal así como por la concentración parcelaria unilateral y el monocultivo de las coníferas. Al mismo tiempo que su hábitat natural iba reduciéndose, la fauna diversificada que vivificaba los bosques y los campos ha ido menguando”
“Esta
evolución se debía con frecuencia a necesidades económicas. Hoy en día, ha
surgido una conciencia clara de los daños intelectuales, pero también
económicos de semejante trastocamiento de la campiña alemana”
“Antes,
los emplazamientos de los “monumentos nacionales” nacidos con el cambio de
siglo sólo podían dotarse de medidas de protección a medias porque no se
contaba con las condiciones políticas e intelectuales (weltanchauliche
Voraussetzungen) esenciales. Únicamente la metamorfosis del hombre alemán iba a
poder crear las condiciones previas de una protección eficaz de la naturaleza”
“El
Gobierno alemán del Reich considera su deber garantizar a nuestros
compatriotas, incluso a los más pobres, su parte de belleza natural alemana.
Así pues, ha promulgado la ley del Reich con el fin de proteger la naturaleza”
La ley de «monumentos naturales»
(Naturdenkmale) que el párrafo 3º de la ley tendrá que definir en unos términos
que recuerdan el proyecto, tan importante para la ecología profunda, de
instituir unos parajes silvestres en sujetos de derecho: “Los monumentos
naturales, tal como los entiende esta ley, son creaciones originales de la
naturaleza cuya preservación resulta de un interés público motivado por su
importancia y su significación científica, histórica, patriótica, folclórica o
demás -se trata por ejemplo de las rocas, de las cascadas, de los accidentes
geológicos, de los árboles raros…-“. Así pues, la ley prevé la creación de
«zonas naturales protegidas» (artículo 4º).
LEY
DE PROTECCIÓN A LOS ANIMALES (TIERSCHUTZGESETZ).
24 de noviembre de 1933
La ya citada Tierschutzgesetz, puesta en vigor en el año 33, otorga los mismos derechos a animales y hombres prácticamente: “se reconoce que el animal debe ser protegido en cuanto tal”.
No existen diferencias en tanto a derechos y protección entre animal doméstico y animal salvaje. Las leyes actuales y en las que cohabitaban en esa época en Europa -con el Nacionalsocialismo- se daba más protección al animal salvaje que el doméstico.
“todos
los seres vivos designados como tales”
No existían
diferencias entre “animales superiores o
inferiores, como tampoco entre animales útiles y nocivos para el hombre”.
Esta ley llegaba a prohibir la vivisección o el cebado de las ocas, o exigir las condiciones en las que se debían realizar los traslados de ganado.
LEY
SOBRE LA CAZA (DAS REICHSJADGESETZ).
Aplicada el 3 de julio de 1934
“El
deber de un cazador digno de este nombre no consiste sólo en dar caza a la
presa, sino también en mantenerla y cuidarla para que se produzca y se preserve
una situación de la presa más sana, más fuerte y más diversificada en lo que a
las especies se refiere”.
De lógica aplastante si usamos el
entendimiento de que “el hombre es un lobo para el hombre” en tanto que si
acabamos con el medio en el que nos desenvolvemos nosotros estaremos abocados a
la extinción también.
“Esta
ley no sólo ha permitido superar el estado de dispersión que se reflejaba hasta
entonces en veinte leyes regionales diferentes y alcanzar así la unidad jurídica,
sino que también se ha impuesto la tarea de conservación de la caza (des
Wildes) por cuanto constituye uno de nuestros bienes culturales más valiosos,
así como de la educación del pueblo pensando en el amor y la comprensión hacia
la naturaleza y de sus criaturas”
La naturaleza salvaje se define como
un «bien cultural» de Alemania, no como algo anterior a cualquier civilización.
Recíprocamente, el amor por la naturaleza, rasgo cultural por antonomasia, se
presenta como arraigado desde tiempos inmemoriales en la constitución biológica
propia de la germanidad:
“El
amor hacia la naturaleza y sus criaturas y el placer de la caza en el bosque y
los campos está arraigado en lo más profundo del pueblo alemán. Así, el noble
arte de la montería alemana se ha ido desarrollando en el decurso de los siglos
adosado a una tradición germánica inmemorial. Hay que preservar eternamente
para el pueblo alemán el arte de cazar y la caza como bienes muy valiosos para
el pueblo. Hay que hacer más profundo el amor del alemán por su terruño
nacional, fortalecer su fuerza vital y facilitarle el descanso al cabo de la
jornada de trabajo”
Por lo tanto, lo que se pretendía era
limitar el derecho de caza de forma que se correspondiese con las exigencias
bien asumidas de una preservación del entorno natural. Esta ley es sin duda la
primera que redefine el papel del cazador en términos modernos, su misión sería
estar destinado a una prolongada posteridad, pasar de mero predador a ser uno
de los artífices principales de la protección del entorno, incluso de una
restauración de la diversidad original, incesantemente amenazada por la
uniformización moderna:
“El
deber de un cazador digno de este nombre no consiste sólo en dar caza a la
presa, sino también en mantenerla y cuidarla para que se produzca y se preserve
una situación de la presa más sana, más fuerte y más diversificada en lo que a
las especies se refiere”
La postura ecológica
Nacionalsocialista fue un auténtico «elogio de la diferencia», una
rehabilitación de la diversidad en contra de la unidimensionalidad del mundo
liberal. En el liberalismo, y así lo recuerda Schoenichen en el contexto de su
defensa e ilustración de esta ley de 1935, se caracteriza por «la influencia
niveladora de la cultura general y de la urbanización que reprimen cada vez más
la esencia propia y original de la nación, mientras que la racionalización de
la economía hace que paulatinamente vaya desapareciendo la especificidad
original de los paisajes»”
Nota:
En la revista Signal (edición castellana) durante los años de la Segunda Guerra
Mundial. En el número 10, segundo de mayo de 1943, páginas 36 y 37, en un
artículo titulado: El verde corazón de Norteamérica, un anónimo periodista se
refiere a la catástrofe ecológica que había tenido lugar en los Estados Unidos
en los años precedentes a causa de la deforestación de las llamadas Bad Lands,
donde todo el “humus” había desaparecido arrastrado por lluvias y tempestades
de viento. En el artículo se señalan las causas que provocaron este desastre,
donde millones de familias tuvieron que abandonar sus tierras y cientos de
miles de cabezas de ganado deshidratadas tuvieron que ser sacrificadas.
La excelente tierra de labor de los estados de Dakota, Oregón y anexos aventada
por los meteoros, acabó en pocos años desaguando a través del Mississippi, en
el Caribe, ante los ojos atónitos de los granjeros y campesinos de esta zona
que, aún en nuestros días, es la más deprimida de los Estados Unidos.
¿Las causas? La explotación capitalista inmisericorde de los riquísimos recursos forestales yanquis.
Escribían:
“Un
país que contaba entonces entre los más ricos forestalmente no cuenta hoy con
suficiente madera para la minería porque naturalmente nadie ha pensado en
ocuparse de la economía forestal. Se trata al bosque como a una mina de la que
se puede sacar cuanto se desee. Pero así se produjo un cambio considerable en
el clima norteamericano. La ciudad de Nueva York, en el mismo meridiano que
Nápoles, tiene un clima casi siberiano. Calor tropical en verano y frío polar
en invierno. Desde que se arrancaron los árboles pueden producirse sin
dificultad tormentas de polvo en verano y sorprender en invierno a la ciudad
nevadas que cubren sus calles hasta la altura de un metro”.
En contra de la actitud suicida del
granjero americano que trata a la tierra como objeto de explotación, el
campesino europeo “planta setos por todas partes o hace crecer grupos de
árboles en sus tierras a veces sin saber por qué. Pero, además de embellecer el
paisaje sirven estas arboledas para un fin sumamente práctico: proteger los
campos y conservar agua para ellos. Sin árboles y sin setos también se
convertirían nuestros campos en estepas”.
La creencia del Nacionalsocialismo,
siendo frecuente en sus discursos, era el hablar y denunciar la decadencia, la
caída, ocaso de Occidente y el renacimiento, y su relación con el abandono del
estado de la tierra primigenio, y las labores del campesinado como esencia de
la raza y nación, enraizaban con firmeza en esta concepción ecológica digamos
genética y obligatoria de esta cosmovisión ideológica.
“Estos
dos temas -la belleza como sentimiento y la edad de oro perdida- son,
esencialmente, los que conservará la ecología nacionalsocialista, oponiendo al
clasicismo francés, racionalista, humanista y artificialista, la representación
«alemana» de una naturaleza original, salvaje, pura, virgen, auténtica e
irracional, accesible únicamente a través de las vías del sentimiento. Esta
naturaleza original se define como tal incluso por su carácter extrahumano. Es
exterior al hombre y anterior a él.- exterior a su razón matemática y anterior
a la aparición de la cultura artificial de la que el desvarío y el orgullo
humanos son los únicos responsables.”
Ferry establece un vínculo entre la
“estética del sentimiento”, que luego se transformará en el tema central de la
ecología profunda, un mundo natural en sí mismo digno de respeto,
independientemente de cualquier consideración hacia los seres humanos.
Así mismo es muy claro el autor al decir que “el amor hacia la naturaleza, tal y como la ecología profunda nos invita a practicarlo” aparece tanto en reaccionarios como entre progresistas: “A este propósito, las tesis filosóficas que dejan entrever las legislaciones nacionalsocialistas solapan a menudo las que demandara la deep ecology, y ello por una razón que no debería subestimarse: en ambos casos, nos encontramos ante una misma representación romántica y/o sentimental de las relaciones de la naturaleza y la cultura, unida a una revalorización común del estado salvaje en contra del de la (pretendida) civilización.”
Desde mediados del siglo XVII van surgiendo una disputa que enfrenta a dos escuelas estéticas, la del clasicismo y la del «sentimentalismo». Ambas son dos representaciones antinómicas de la naturaleza.
A través de éstas se trata el estatuto de la belleza y del arte, y además las de nuestras actitudes filosóficas y políticas respecto a la civilización en general. El proceso de elaboración de la cultura nos aleja de los verdaderos orígenes que ya hemos perdido. ¿Dónde se conserva mejor y en mayor medida las costumbres y forma de vida propia de cada cultura? En las gentes del campesinado, los más cercanos a la tierra, a la naturaleza. Cuanto menos contacto hayan tenido con “la cultura” “el avance”, más puros son y de la misma manera preservan la esencia natural de cada pueblo. Así queda más que expuesto en la obra “Sangre y suelo” de Walter Darré:
“El
vínculo entre los que trabajaban la tierra y sus antepasados que con sangre, su
sudor y sus lágrimas habían convertido al suelo en parte de su ser, y su ser se
había integrado en el suelo”
“Se trata de la supervivencia o la muerte, pues si moría el campesino, con él moría la nación, la identidad racial y la creatividad…en pocas palabras, la misma historia. El peligro era total: la defensa debía ser absoluta, hasta el más mínimo detalle.”
Para los clásicos –la otra postura
ecologista-, cuya patria de elección es Francia, el alejamiento es saludable.
Sus razones son que, a partir del cartesianismo y de su lucha contra el
animismo de la Edad Media, surge la idea de que la naturaleza verdadera no es
la que percibimos de forma inmediata a través de los sentidos, sino la que
aprehendemos mediante un esfuerzo de la inteligencia. Mediante la razón, según
Descartes, aprehendemos la esencia de las cosas. Lo que llamarán «naturaleza»,
no es más que una realidad esencial que se opone a la impronta de percibir algo
sentiblemente y sin racionalizar.
Para esta visión la «naturaleza de la
naturaleza», hay que recubrirla de artificios, así que recurren a
«geometrizarla». Pues mediante la matemática, mediante el uso de la razón más
abstracta es como se aprehende la verdad de lo real. De ahí la composición de
sus jardines.
Como
escribió Catherine Kinzler: «… Lo que se propone a la contemplación estética es
una naturaleza cultivada, dominada, llevada a su límite, más verdadero y más
frágil al mismo tiempo porque lo esencial sólo se presta a ser desvelado a
regañadientes». (2).
La armonía de las figuras geométricas
evoca la idea de un orden divino, la naturaleza virgen sólo aporta al espíritu
imágenes paganas, en la linde de lo diabólico. (3). Cuando en realidad esta
evocación es la que enlaza con lo esencial de la naturaleza en el pensamiento
ecológico nacionalsocialista.
La visión clásica de la belleza se
rebela a la estética del sentimiento.
Muy lejos de la matemática racionalización de lo natural, trabajada y humana, la naturaleza verdadera se identifica con la autenticidad original, cuyo sentido, en palabras de Rousseau, hemos perdido por culpa de la cultura de las ciencias y de las artes.
Lo natural, es lo que llamamos «estado salvaje». El bosque, la montaña y el océano recuperan sus derechos en contra de los artificios de la geometría. Los hombres creemos, tenemos la pretensión de creernos dueños y con derechos sobre la naturaleza. Rousseau y en los primeros románticos, se extendía la creencia, el pensamiento de que en esos «orgullosos montañeros de corazones puros» a los que su propio aislamiento ha protegido del mal. Vuelve a florecer el renacimiento del mito de la edad de oro y del paraíso perdido.
Esta estética del sentimiento sigue todavía alejada del romanticismo en su madurez. ¿Acaso no se presenta este último como una síntesis de la oposición entre clasicismo y sentimentalismo? La naturaleza se define en él como «Vida», como la unión «divina» del cuerpo y del alma, de la sensibilidad y de la razón. Lo que no quita que la separación entre el sentimentalismo y el romanticismo esté menos clara de lo que suele afirmarse: los románticos conservarán hasta en su filosofía de la historia la idea de una edad de oro perdida, así como la de que la belleza es algo que pertenece mucho más al ámbito de los sentimientos que al de la razón.
La naturaleza original se define entonces con un carácter extrahumano. Es exterior al hombre y anterior a él.- exterior a su razón matemática y anterior a la aparición de la cultura artificial de la que el desvarío y el orgullo humano son los únicos responsables.
Walther Schoenichen(5) precisa en su obra de 1942, dedicada a la Protección de la naturaleza como tarea cultural popular (völkisch) e internacional, en una perspectiva nacionalsocialista, qué términos hay que comprender en la noción de naturaleza. Sus precisiones no carecen de interés: partiendo de la «evidencia» de que «el respeto por las creaciones de la naturaleza está inscrito en la sangre de los pueblos del Norte», nos encontramos en las antípodas de la naturaleza «humanizada» de los clásicos. Y ahí está lo esencial.
Según Schoenichen, el significado de la etimología griega según la cual «la ausencia, incluso la exclusión, de cualquier intervención de los hombres constituye el rasgo absolutamente característico de la naturaleza». Así pues, se germaniza la palabra naturaleza (verdeutschen) hablando en su lugar de Urlandschaft, de «tierra» o de «campiña original»
El mundo natural es en sí mismo digno de respeto, independientemente de cualquier consideración de los seres humanos.
“…
el pueblo alemán posee desde siempre un gran amor por los animales y siempre ha
sido consciente de las elevadas obligaciones éticas que tenemos para con ellos.
Aun así, sólo gracias a la Dirección Nacionalsocialista el deseo, compartido
por círculos muy amplios, de una mejora de las disposiciones jurídicas respecto
a la protección de los animales, el deseo de la promulgación de una ley
específica que reconozca el derecho que poseen los animales en cuanto tales a
ser protegidos por sí mismos (um ihrer selbst Willen) ha sido llevado a la práctica”
En el
Nacionalsocialismo de lo que se trata es de reprimir la “crueldad como tal, y
no debido a sus efectos indirectos sobre la sensibilidad de los hombres». Esa
sensibilidad se refiere al proteger solo al animal doméstico como pasa en otros
países con otras medidas proteccionistas sobre esos animales, por el mero hecho
de la convivencia con él en el marco del hogar. El legislador insiste una y
otra vez: «La crueldad ya no es castigada partiendo de la idea de que habría
que proteger la sensibilidad de los hombres del espectáculo de la crueldad
contra los animales, el interés de los hombres ya no es en este caso el
trasfondo del asunto, sino que se reconoce que el animal debe ser protegido en
cuanto tal (wegen seiner selbst)». Los actos de crueldad cometidos en privado
serán, a partir de ahora, tan reprensibles como los demás.
Esta ley, examina con sumo cuidado todas las cuestiones decisivas que hoy discuten los defensores del derecho de los animales: desde la prohibición de cebar las ocas, hasta la vivisección sin anestesia, adelantándose más de 50 años a su época.
La Tierschutzgesetz, dedica un capítulo entero a la barbarie que el seguidor de la religión judía acomete en la matanza ritual del animal cuya carne van a consumir, a partir de aquel momento prohibida.
Otro dedica páginas inspiradas a
las condiciones de alimentación, de descanso, de ventilación, etc., en las que
a partir de entonces resulta conveniente, gracias a las ventajas de la
revolución nacional en curso, organizar el transporte de animales por
ferrocarril…
Un tema que recuperarán tanto la revolución conservadora como el izquierdismo de los años sesenta, tanto Heidegger como Marcuse, Alain de Benoist como Félix Guattari, hay que aprender a resingularizar, a rediferenciar a los grupos y los individuos en oposición al amplio movimiento de indiferenciación promulgado en el modo de vivir americano, representativo del Capitalismo mundial.
El respeto supremo a lo natural, la piedad o mejor dicho, el sentimiento de compañerismo en este mundo en el que compartimos espacio, animales “racionales” e “irracionales” nos debe llevar a la evitación innecesaria del sufrimiento de los ecosistemas y en ello están los animales. Esto por consiguiente nos conduce a limitar el consumo de carne y, sobre todo, el consumo de animales de cría intensiva (explotación animal, barbarie, desprecio a otro ser amparado en el orden natural), para quienes consideren indispensable la alimentación en base a la carne al menos han de contemplar unos mínimos para la vida de esos otros animales.
Algunos del sentimiento de piedad, pasamos al amor, a sentirles compañeros e indispensables, tanto como nosotros mismos, en este sentir del concepto ecológico se haya para este modo de ver la protección natural el perfeccionamiento humano. Así pues nos lleva a evitar el consumo de carne, al vegetarianismo. Hitler era vegetariano, por cuestiones éticas, llevado a ello por el amor extremo que sentía hacia los animales.
Esta postura supone una elevación interior, un desprenderse del lado que se ha embrutecido del ser humano, como ha pasado en los estados de la tierra. Un prescindir del sufrimiento o del sesgar la vida de otro animal para alimentarte de su carne, pensemos en la creencia de que ese sufrimiento previo a la muerte se transmite con el consumo de su carne de ahí la irracionalidad cada vez más imbuida en el carácter del ser humano. No alejamos del estado primigenio del ser natural, la tierra dorada, la de los dioses. Una cuestión de convicción, como resultado de una evolución interior.
FOTOS DE HITLER CON ALGUNOS ANIMALES SILVESTRES Y MASCOTAS DURANTE SU MANDATO
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