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Hoy hablaremos sobre Hitler y la música. Es muy conocida su afición a Wagner desde su más tierna infancia. Su amigo de juventud, August Kubizek, fue músico. Y se sabe que el propio Hitler compuso una ópera en su juventud. La vida musical de la ciudad de Linz, donde creció Hitler, estaba en época de la juventud del Führer en un elevado nivel. No es de extrañar que Hitler y Kubizek se conocieran después de una representación. Hitler acudía casi a diario a una representación de ópera. Así que, en primer lugar debemos colocar siempre como compositor favorito a Wagner. El Festival de Bayreuth le debe a Hitler mucho ya que lo impulsó y lo convirtió en todo en evento de la época. El festival era dirigido por Winifred Wagner, que desde el principio apoyó a Hitler y fueron muy amigos.
Veamos alguna reflexión de Hitler sobre música y músicos:
-"No hay nada tan cruel como vivir en un medio desprovisto de comprensión para una obra ya realizada o en gestación. ¡Cuando pienso en un Schiller o en un Mozar! Mozart, a quien arrojaron, no se sabe dónde a una fosa común... ¡Qué ignominia!"
-"Tristan siempre será la obra maestra de Wagner"
-"Los diez días de la temporada de Bayreuth fueron siempre una de las épocas que bendigo en mi existencia. ¡Y me recreo ya con la idea de que un día podré reemprender la peregrinación!"
Hitler poseía miles de discos. En el Obersalzberg (Obersalzberg es una zona montañosa junto al pueblo de Berchtesgaden en Baviera, Alemania. donde estaba y aun esta la residencia de montaña de Adolf Hitler, el Berghof. Actualmente existe una parada de autobús que transporta a los turistas al cercano Kehlsteinhaus, también conocido como El Nido del Águila.)
Hitler prefería música ligera. Solía escuchar operetas de Lehár y Suppé. Las veladas concluían siempre con la obertura de La Viuda Alegre. Hitler oía discos hasta las dos o las dos y media de la madrugada.
En otra ocasión hablaremos sobre las relaciones de Hitler con los artistas.
Existe un libro que escribió Nerin E Gun titulado "Hitler y Eva Braun" que resulta súmamente interesante, creíble y muy pródigo en anécdotas y comentarios sobre la famosa pareja. De todos los libros sobre Hitler y Eva Braun, éste es el que más convence. En el citado libro hay una anécdota sucedida en el Berghof que transcribimos tal cual del libro. La anécdota nos da una idea sobre el ambiente relajado que se vivía en el Berghof y, sobretodo, que Eva Braun podía discutir con Hitler libremente delante de todos. Tras la muerte de Ernst Röhm, Eva Braun fue la única persona que tuteó a Hitler:
"En una ocasión, Eva y su amiga Herta discutían con el fotógrafo Walter Fratz, que estaba siempre en el Berghof, acerca de una pieza musical. Hitler les oyó y se puso a silbar la Donkeyserenade.
—No es eso —dice Eva.
—Claro que sí —responde Hitler.
Todos discuten, y al fin Eva va a buscar el disco, que coloca en el gramófono.
—¿Ves cómo te has equivocado? —dice Eva, triunfante.
—No, sirena —responde el Führer—. Es el compositor el que se ha equivocado.
Todos se ríen, pero él sigue serio.
A menudo se ponían discos en el gramófono. Los discos estaban alineados en una caja negra, y el propio Hitler los había numerado. Era Bormann quien los elegía y se ocupaba de hacer funcionar el aparato. El repertorio era monótono: Strauss, Franz Lehar, Richard Wagner y Hugo Wolf. De vez en cuando, Eva ponía un disco moderno americano, logrando así que todo el mundo saliera de su sopor.
—Es bonito, eso que has puesto —hacía notar el Führer a Eva.
—Sí, y tu amigo Goebbels acaba de prohibirlo en todo el Reich —respondía Eva Braun, agresiva."
Recientemente en el año 2010 el director de orquesta argentino israelí Barenboim ha pedido que deje de identificarse a Wagner con Hitler. La identificación del autor con Hitler es tan grande que en Israel está prohibido interpretarlo. Lo cierto es que es difícil alejar al compositor del Führer, por mucho que no se conocieran ni pertenecieran a la misma generación. Sin embargo, acertada o equivocadamente, lo que es innegable es la influencia que Wagner tuvo en Hitler. Y muchos conocemos la historia en su día el estado de éxtasis en que quedó un Hitler adolescente después de presenciar un concierto del maestro y que su amigo de juventud Kubizek relató de manera muy detallada.
Richard Wagner en 1871
Ya desde muy pequeño Hitler sintió atracción hacia la música. Incluso tomó lecciones de piano con el mismo profesor de su amigo Kubizek. La hermana de Hitler, Paula, le recordaba durante horas sentado ante un piano de cola. La mala salud de la madre de Hitler impidió que el futuro Führer siguiera con las clases (Libro de Toland, página 47). No es casualidad que el encuentro de Hitler y Kubizek en 1938 fuera precisamente durante las representaciones de Bayreuth y precisamente durante "El ocaso de los dioses". La pareja de amigos visitó uno de sus lugares sagrados: la tumba de Wagner.
Hitler nunca se cansaba de escuchar a Wagner. La ópera favorita de Hitler era Lohengrin, que era capaz de ver en numerosas interpretaciones. El Führer tenía siempre la biografía de Wagner escrita por Houston Stewart Chamberlain. Era conocido que Hitler era capaz de silbar pasajes de óperas de Wagner y que entretenía con ello a sus compañeros. La primera vez que Hitler estuvo en Bayreuth, donde residió Wagner, fue en 1923. Hitler accedió al teatro y quedó extasiado. Ya desde un principio Winifred Wagner, que fue la esposa del hijo de Wagner Siegfried, quedó embelesada por Hitler y tuvieron una relación muy amistosa durante toda la vida de Hitler.
- Winifred Wagner
Creemos que es muy importante el hecho de que Hitler conociera a Winifred Wagner y a Houston Stewart Chamberlain. Éste último era también un fanático de Wagner y estaba casado con la hija más joven del compositor. Ciertamente existió un círculo cerrado en torno a Wagner liderado por Hitler ya durante los años de lucha. El hecho de que Hitler tuviera tan buena relación con Winifred hizo que ésta fuera la regente del festival de Bayreuth hasta el año 1944. El nombre de Hitler y Wagner van unidos no solo porque Hitler fue un gran admirador del compositor. Descendientes del maestro fueron amigos y partidarios de Hitler. No solo eso, los Wagner ayudaron a Hitler durante los años de lucha. Le proporcionaban cosas tan sencillas como ropa blanca y porcelana. Incluso le enviaron un ejemplar de las obras completas de Wagner así como partituras originales (Joachim Fest, pag. 356).
Podemos estar de acuerdo o no con la política cultural y artística de Hitler, pero lo cierto es que fue un hombre más atraído hacia las artes que hacia la política. En sus conversaciones nunca faltan comentarios hacia los artistas:
- Un gran hombre vale mucho más que mil millones en las arcas del estado. Un hombre que tiene el privilegio de estar al frente de un país, no podría hacer mejor uso de su poder que ponerlo al servicio del talento. ¡Ojalá el Partido considere siempre que su principal deber es descubrir y alentar los talentos! Los grandes hombres son los que expresan el alma de una nación.
- No hay nada más bello que ofrecer a la nación monumentos dedicados a la cultura.
- A la larga las guerras se olvidan. Solo quedan las obras del genio humano.
- Me hallo absolutamente decidido a imbuir un poco de cultura en las más pequeñas de nuestras ciudades, de suerte que cada una de ellas pueda presentar de si misma una imagen cada vez más atrayente. Cierto es que toda ciudad no puede pretender recibir el influjo de la cultura más que en la medida de sus tradiciones, ya que esas dos ideas son siempre indisolubles. Bayreuth, Weimar y Dresde, para hablar de ejemplos clásicos, son prueba de ello. Si se reflexiona resulta cierto que es muy difícil asociar una ciudad a la idea de la cultura si no ha habido hombres célebres que respirasen entre sus muros. Son ellos quienes le confieren ese destello de humanismo que se identifica a la larga con su imagen.
Joachim Fest relata en su biografía de Hitler una anécdota que ilustra hasta qué punto la música de Wagner era tan importante para Hitler:
Durante el viaje, mientras atravesaba por la noche el territorio del Ruhr, ante altos hornos incandescentes, ante montañas de escorias y torres extractoras, le embargó uno de aquellos sentimientos de soñador sojuzgamiento propio que despertaban en él el deseo de oír música. Rogó le pusiesen un disco con música de Richard Wagner, meditando después de haber oído el preludio de Parsifal:
"Del Parsifal crearé mi propia religión. Un oficio divino en forma solemne... sin teatro de humildad... Sólo con el ropaje del héroe puede servirse a Dios.
Tampoco debemos olvidar que la estética del nazismo debe mucho a Wagner. Las representaciones y congresos del partido tenían una teatralidad propia de las óperas de Wagner. Fest dice que:
"Las ideas de Hitler sobre una política convertida en estética se cubrían perfectamente con el concepto", haciendo referencia a la música de Wagner y que "la magnificencia hace ostenciación de muerte". Otro pasaje de la biografía de Fest nos dice:
"Su expresión más elevada la constituía el final de El crepúsculo de los dioses. Siempre que en Bayreuth se derrumbaba entre llamas el castillo de los dioses, bajo los efectos de la rebelión musical, cogía entre sus manos, en la oscuridad del palco, la de la señora Winifried, sentada a su lado, y, emocionado, se la besaba."
Ahora la polémica está nuevamente servida. Esta vez se trata si los judíos pueden escuchar la música de Wagner. El director Barenboim lleva años intentándolo. Wagner y Hitler no fueron contemporáneos. Podemos separar a Wagner de Hitler. Pero no a Hitler de Wagner. Hitler estuvo íntimamente ligado a su familia y dio un gran impulso al festival de Bayreuth. Wagner fue el compositor que más se oyó durante el III Reich.
Como curiosidad del destino, decir que el funcionario que casó a Hitler y Eva Braun se apellidaba Wagner. Hitler no pudo encontrar a nadie mejor para la ocasión.
Adolf Hitler and Winifred Wagner
Adolf Hitler and Winifred Wagner
Adolf Hitler and Winifred Wagner
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